Trump dio a Putin todo lo que exigía. Ahora está en juego la supervivencia de Europa

W powietrzu wisi wysunięte przez Putina w 2021 roku żądanie powrotu do zimnowojennego podziału stref wpływów – a zatem wycofanie się NATO z całej Europy Wschodniej.
Spotkanie Władimira Putina i Donalda Trumpa w 2017 roku. Fot. Wikimedia Commons

El orden de posguerra custodiado por el gran hermano es cosa del pasado. Estados Unidos está haciendo concesiones a Putin, pero con el proceso de paz puesto en práctica -incluyendo asegurarse de que cuando nos den el dedo, Rusia no quiera toda la mano- nos quedamos solos.

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El miércoles, el peor escenario para Ucrania se convirtió en el más probable. Estados Unidos está dispuesto a devolver a Rusia los territorios ucranianos que ocupa y a bloquear el ingreso de Ucrania en la OTAN. Europa puede desplegar sus tropas en Ucrania como parte de una misión de mantenimiento de la paz, pero si son atacadas por Rusia, la OTAN no tiene intención de defenderlas. Ucrania no tendrá nada que decir al respecto.

Así se desprende de las declaraciones de Donald Trump tras su conversación telefónica con Vladimir Putin y del discurso del secretario de Defensa estadounidense Pete Hegseth en Bruselas.

En realidad, este giro de los acontecimientos no debería sorprender a nadie. Incluso antes de que comenzara la campaña electoral, Trump anunció que quería poner fin a la guerra lo antes posible. Algunos - especialmente en Ucrania - esperaban, sin embargo, que esto pudiera significar un giro favorable al bando atacado. Que Putin cabreara a Trump con algo, que Trump no se permitiera debilitar a Occidente como actor global, o al menos que -como avezado hombre de negocios- no se permitiera un mal desempeño en las negociaciones.

Hasta ahora, Trump se ha comportado como un vendedor de coches que busca deshacerse de uno de sus mejores coches por el precio más bajo posible. Una junta de culata defectuosa u otra avería molesta significa que ponerlo de nuevo en condiciones de funcionamiento requiere una intervención costosa y lenta. Ya hay un comprador para el coche y estaría dispuesto a pagar más, porque realmente le interesa el modelo, pero al concesionario ya no le importa. Quiere que este Mercedes, que significa Europa y Ucrania, desaparezca de su vista lo antes posible. Antes de la transacción, le arrancará algunas piezas más valiosas.

De hecho, Trump aceptó casi todas las condiciones de Putin, y eso antes incluso de que comenzaran las negociaciones de paz. No le importó en absoluto que Rusia llevara meses sufriendo grandes pérdidas y haciendo escasos progresos en Ucrania. En contra de lo que había asegurado anteriormente, no dio señales de que el muy probable torpedeo del proceso de paz por parte de Rusia fuera a recibir una respuesta firme. Unos días antes, había declarado además que los metales de tierras raras que le había ofrecido Ucrania se debían a los Estados no sólo por la asistencia militar futura, sino también por la pasada.

Misculpa a Putin y culpa a Ucrania

Ucrania se ha despertado hoy con el ánimo por los suelos. Por una victoria completa -es decir, la defensa de todos sus territorios- pocos creyeron durante mucho tiempo. Sin embargo, que Trump con un solo tuit borrara a Ucrania de la posición que tanto le ha costado forjar en los últimos tres años de esfuerzos militares y diplomáticos no se lo esperaba casi nadie. Los comentaristas ucranianos son bastante unánimes al subrayar que Ucrania está dispuesta a hacer concesiones, pero la cesión permanente de territorios a Rusia y las restricciones impuestas al ejército -incluida su libertad para formar alianzas- no son una opción. El presidente Zelenski anunció el jueves que no aceptaría ningún acuerdo entre Moscú y Washington hecho sin la participación de Kiev. El problema es que está claro que Trump no tiene intención de pedir la opinión de nadie, ni siquiera de forma simbólica.

Prueba de ello es que no ha consultado a la parte ucraniana sobre el contenido de las conversaciones con Putin, que ha apartado de las negociaciones de paz a Keith Kellogg, el enviado de Trump sobre Rusia y Ucrania, más bien proucraniano, y los comentarios de Trump atribuyendo la culpa del estallido de la guerra a Ucrania. Ya en enero, acusó a Zelensky de decir que no debería haber permitido la guerra con Rusia, y el miércoles, al ser preguntado por los periodistas sobre el papel de Kiev en el proceso de negociación, palideció: "Ucrania debe hacer la paz. Involucrarse en esta guerra no fue una buena idea".

Bastante chocantes resultaron las reflexiones de Trump a Putin sobre la experiencia común ruso-estadounidense. "Reflexionamos sobre la gran historia de nuestras naciones y el hecho de que lucháramos juntos tan eficazmente en la Segunda Guerra Mundial". - escribió Trump en su tuit. No balbuceó ni una palabra sobre el hecho de que en el Ejército Rojo, junto al "gran pueblo ruso", también lucharon ucranianos y varias otras naciones colonizadas por Rusia. Parece que el presidente estadounidense está a punto de acceder a la narrativa rusa de la historia de Europa del Este. Y que Rusia tiene la oportunidad de volver a la escena internacional como un actor de pleno derecho sin pagar ningún precio por los crímenes que ha cometido.

¿Qué tiene que decir Europa al respecto?

El Kremlin respondió a las revelaciones invitando a Trump a la ceremonia del Día de la Victoria, que se celebra anualmente el 9 de mayo en la Plaza Roja. El vicepresidente del Consejo de la Federación Rusa, Konstantin Kosachev escribió en Telegram que "los líderes de Rusia y Estados Unidos merecen un sincero agradecimiento", y se hizo eco de Trump: "¡que prevalezca el sentido común!". De este modo, advirtió a los políticos ucranianos y europeos de que "tendrán que rendir cuentas a sus votantes" por haber provocado el actual conflicto.

Los movimientos de Trump ponen a Europa en una posición no menos difícil que Ucrania. El orden de posguerra custodiado por el gran hermano es cosa del pasado. EEUU está haciendo concesiones a Putin, pero con poner en práctica el proceso de paz -incluyendo asegurarse de que Rusia no quiere toda la mano después de recibir un dedo- nos quedamos solos. También está en el aire la exigencia de Putin de 2021 de volver a la división de esferas de influencia de la Guerra Fría -y, por tanto, la retirada de la OTAN de toda Europa del Este.

A pesar de ello, Europa reaccionó a las noticias de Estados Unidos con bastante mutismo. La jefa de la diplomacia de la UE, Kaja Kallas, emitió anoche un declaración en nombre del Grupo de Estados de Weimar (Francia, Polonia, Alemania, España, Italia y Reino Unido) en la que anunciaba garantías de seguridad para Ucrania, pero sin concretar nada. Gran Bretaña aspira a ser el líder del apoyo europeo a Ucrania: su ministro de Defensa, John Healey, ha anunciado la transferencia de un nuevo lote de armamento y se ha opuesto firmemente a las negociaciones de paz sin la participación de Kiev. "En cuanto a la acción por Ucrania, estamos y estaremos. En materia de acción para la seguridad de Europa, estamos y estaremos", ha - aseguró.

Su homólogo polaco, Władysław Kosiniak-Kamysz, optó por la estrategia de camuflarse ante Trump. Tras las deliberaciones de Bruselas, en las que el secretario de Defensa, Pete Hegseth, presentó la nueva política de seguridad estadounidense, aseguró a los periodistas en una entrevista que Ucrania no se uniría a ninguna OTAN, "y es bueno que esta declaración la haya hecho Estados Unidos, porque ahora la situación está clara". De este modo, reprendió a otros países europeos por no cumplir aún las exigencias de Trump en materia de gasto armamentístico, e indicó a Ucrania que se le debe gratitud por la ayuda. En esta cautela, además de la campaña electoral en curso en Polonia, probablemente influyó el hecho de que Hegseth tiene previsto visitar Varsovia el viernes.

Este fin de semana se celebra en Múnich una conferencia sobre seguridad, que se espera incluya una reunión entre Hegseth y representantes de la administración estadounidense. El futuro no sólo de Ucrania, sino también de la Unión Europea, puede depender del tono -y la coherencia- con que los políticos europeos hablen en ella. La cuestión es si, en el nuevo orden mundial de transición, estarán dispuestos a defender sólo los intereses particulares de sus países o el continente en su conjunto. En este juego está en juego la supervivencia de Europa, la misma Europa a la que Ucrania aspira y a la que lucha por unirse.

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Kaja Puto
Kaja Puto
Reportażystka, felietonistka
Dziennikarka i redaktorka zajmująca się tematyką Europy Wschodniej, migracji i nacjonalizmu. Współpracuje z mediami polskimi i zagranicznymi jako freelancerka. Związana z Krytyką Polityczną, stowarzyszeniem reporterów Rekolektyw i stowarzyszeniem n-ost – The Network for Reporting on Eastern Europe. Absolwentka MISH UJ, studiowała też w Berlinie i Tbilisi. W latach 2015-2018 wiceprezeska wydawnictwa Ha!art.
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